viernes, 9 de octubre de 2009

Espíritu bélico mujeril. (Tercera de dos partes)

En la enteraga anterior ofrecimos el siguiente texto, la autoría corresponde al Ombligo Carlota de Avilés, Se. So. de La Pequeña Habana. Las cursivas son mías.
Durante mi estancia en la Pequeña Habana he estado conviviendo con cierto personaje muy particular, el cual me ha solicitado que le otorgue un seudónimo. Yo aclaré en su momento, que mi creatividad para nombrar de manera distinta a la que los padres tuvieron de llamar a sus hijos no era mi fuerte, que mis apodos eran realmente tontos y sosos. Pero después del suceso ocurrido un martes cambió mi manera de pensar hacia esta persona.

Los martes son días de trabajo pesado en la Pequeña, pero generalmente son días agradables y de buen humor. El martes que estoy contando era un día especial e importante para mí, específicamente para mí, pero este personaje que he venido mencionando se encargó de robar mi momento. Él actúa como una persona agradable y de charla grata, pero realmente es un ser que hurta los momentos importantes de los demás para satisfacción propia.

Desde que desperté ese día y hasta aproximadamente las 2 de la tarde, me estuve imaginando en una pasarela con todos los reflectores apuntándome, como metáfora de lo acontecería y aseguraba una charla interminable con todos los compañeros habaneros sobre lo ocurrido, pero no el expoliador, como lo llamaré de ahora en adelante, se encargó de mover todas las luces hacia su persona.

Con el propósito de robarme toda la atención, fingió un grave dolor y por obvias razones todos estuvieron al pendiente de su condición por lo que olvidaron preguntarme cómo me había ido. Si lo sé, triste, y todavía este usurpador tuvo el descaro de ignorarme durante toda la tarde y hacer cara de mártir “por su malestar”.

No obstante, al siguiente día este expoliador, ya no se sentía mal, claro ya para que si mi momento ya se había ido y jamás regresaría, y en vez de querer solucionar las cosas, ni de fingido mencionó el tema, como si nada impactante hubiera ocurrido ayer. ¡Ah! pero eso si se atreve a llamarme el ombligo del mundo, por lo que ahora yo lo llamaré expoliador, el despojador de protagonismos en la Pequeña Habana, un ser que se alimenta de la apropiación de momentos ajenos accésit.

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